No te pierdas el discurso del Coronel Jefe del IV Tercio de la Legión | Inmaculada
Hoy ha hecho público el Canal Charry (una gran televisión local de Ronda que siempre acompaña al IV Tercio ‘Alejandro Farnesio’ de la Legión) el resumen del acto que se celebró el pasado 8 de diciembre con motivo del Día de la Inmaculada.

El fotógrafo legionario Manolook también estuvo para inmortalizar el acto con el objetivo de su cámara.
El Coronel Jefe del IV Tercio Julio Salom expresó unas palabras que merecen la pena ser escuchadas.
Nosotros, los legionarios del siglo XXI, nos sentimos plenamente identificados con todos estos compañeros de armas y con aquellos soldados de los Tercios de Flandes que a las órdenes de su general Alejandro Farnesio derramaron por Europa su sangre y su juventud y llenaron de gloria las páginas de nuestra historia defendiendo siempre los intereses de la Patria.
Fue esa misma idea, la del duro infante, la de los Tercios Viejos, la que inspiró a José Millán-Astray a definir con su Credo lo que quería que fuese un legionario. Y era lógico que quisiese para nosotros la pica, la ballesta y el arcabuz como símbolo de la nueva Legión.
Legión heredera y hermana de aquellos tercios que eran la última reserva de los maestres de campo para resolver la lucha, a muerte o a gloria. Pero frente a las grandes gestas, frente al sacrificio del pelotón de la 39 Compañía de la X Bandera… que muere sepultado por una explosión de una mina.
Yo quiero en esta fría mañana rondeña señalar el heroísmo diario de los que venís al cuartel a cumplir una disciplina, que no es otra que la del servicio a España en vuestro puesto de trabajo.
Porque esas grandes gestas son las de la infantería excepcional, o mejor aún, la infantería que se crece cuando vienen mal dadas.
Pero la vida cotidiana en la Legión no es heroica, porque a veces es cansada, otras veces aburrida y… intentamos que no sea triste.
Lo normal es la fatiga, el frío, el mojarse o el sudor. Lo corriente, lo que marca el programa: es tirarse al suelo sin resuello volver a saltar cada veinte metros, acarrear la mochila, o una ametralladora, o la radio, o el tubo, o la placa de mortero. Lo ordinario son las horas de guardia esperando que no pase nada, la limpieza de vehículos, las teóricas o las formaciones y siempre procurando sonreír y cantar.